Sobre el proceso electoral como un juego perdido.

ENTRETENIMIENTO DEL PROCESO ELECTORAL.


¡Lás-ti-ma Mar-ga-ri-to! Es el lema que habita en algún lugar de nosotros aunque no sepamos dónde; aunque primero fue el lema de La Pirinola que salía en el programa La Carabana.

El juego se caracterizaba por su “rectitud, corrección” y sobre todo por las reglas más sencillas que incitaban al jugador al máximo deseo contemporáneo: éxito. Margarito, aún con engaños, trucos y mentiras, inmerso en una inocencia y tristeza característica, anhelaba los millones de recompensa y ponía el 100% de su empeño físico y mental para obtener el premio tan deseado pero nunca obtenido: evitar el fracaso -saliendo de la pobreza. Al final, siempre ganaba un premio de consolación vulgar, que terminaba por humillarlo más en su estado de “prole” y rematado con una ida “al baile”
La semejanza no es coincidencia. El proceso electoral fue un juego repleto de trucos y mañas donde se aprovechó de la ingenuidad, pobreza y el anhelo de las personas. El fraude, complot o conspiración –como quieran llamarlo- lo cometió el deseo de un pueblo que eligió una despensa, dinero o una tarjeta electrónica en vez de su voluntad y al menos la opción menos execrable de entre las opciones execrables. No deja de ser un acto deleznable perpetrado por el PRI para sostener el poder; tal como el show ochentero protagonizado por Víctor Trujillo como Johnny Latino y Ausencio Cruz como Margarito Pérez.
El simbolismo con el juego es evidente. En el juego democrático donde se depositó toda esperanza, ganamos una “tragedia” compartida. Esa la conocemos bien históricamente  aunque sea tan difícil de entender y al final, se supere después del duelo.
La fe depositada en las urnas, (tal y como aquel “ojala, ojala, ojala caiga el Gana de La Pirinola” que no obstante tenía en todas sus caras), en la deidad que representaría el fin de la pobreza, el inicio de un “cambio verdadero” y hasta la “revolución” fue un fracaso. Se motivó al voto, el pueblo se generó expectativas altas con ansia de librarse de la angustia social de un país hecho palos. Sin embargo ganamos el recuerdo de Margarito, lástima.
El proceso electoral como juego trágico, con sus altos niveles de realidad y verdad –a según la de cada quién- carga un dilema como todo entretenimiento: la vida Vs la muerte, dios Vs el demonio; utopía Vs distopía; el placer Vs el sufrimiento, el hombre Vs la máquina: la ciudadanía Vs El proceso electoral.
Votar era cuestión de vida o muerte y lo divertido era jugar para ganar el sufrimiento entero, la insatisfacción total y al final exultar el deseo optimista de la utopía que representaba para millones aquella ávida “República amorosa”
El hombre modelo, el nuevo mesías convertido en ciudadano ejemplar, que luchará contra el sistema mañoso, se dejará traicionar, subirá a la cruz para sufrir por todos nosotros y terminará redimiendo a los dos primeros secuestradores que sean condenados a muerte por el PRI-Verde… Perdónalos señor no saben lo que hacen… Termina siendo mejor que bloquear la avenida reforma por meses.

Los defeños al ser perdedores del juego democrático (pues no gano su presidenciable) están convirtiendo sus anhelos  frustrados en la hegemonía del castigo: castigar a las instituciones, a los ladrones, a los medios, a los pobres, a los ignorantes, a los malos (votantes a favor del PRI) a los demonios del pasado y hasta castigarse a sí mismos con la expresión excesiva de lágrimas y derroches de pusilanimidad. No obstante; el castigo por medio de prohibiciones, reclamos y falsas expectativas es un flagelo para aquello que desean con tanta desesperación: democracia. En la defensa de la democracia con actos antidemocráticos disfrazados de pacíficos y con un terrorismo ligth, lo único que muestran es el deseo del ojo por ojo en donde alguien pagará ese placer frustrado.
Cargados de rencor, odio, desesperación y malos augurios –aunados a los males económicos, políticos, sociales y culturales que ya tenemos y los heredados que faltan- se olvidan de que la democracia es el peor de los gobiernos -según Aristóteles-, precisamente porque la mayoría en México es pobre, ignorante y miedosa. La mayoría eligió presidente a cambio de un premio que subsana momentáneamente su pesar alimenticio, pero que sin duda nos perjudica a largo plazo. La democracia es el peor de los gobiernos y en México tenemos la peor; pero es lo que tenemos, lo que vivimos a diario y lo que te hay que cambiar.

PREMIO CONSOLADOR

A pesar de todo el personaje ingenuo de Margarito tenía sus grados de lucidez y en ocasiones le retacaba a Johnny sus momentos de verdad -como dice Adorno – cuando explica lo engañoso del juego,  la contradicción de las reglas e incluso del método aplicado. Esos momentos de verdad suelen ser argumentos racionales, expresiones o posturas cómicas, chistes e ironías pero jamás muestras de odio. Lo gracioso era ver a un personaje impotente, cuando se le hacía notar que en efecto la explicación del juego estaba atravesada por una inversión de valores, ideas, del lenguaje o de una lógica absurda que al final era la lógica del dominante; no obstante ese momento clave aniquilaba la risa contra él y evidenciaba lo fraudulento del juego.

“La siguiente etapa es verdaderamente sencilla” le decían, siempre y cuando escriba en un pizarrón “la receta de los tlacoyos”. “Abuelita haga changuitos” porque ganar éste juego es tan sencillo como votar. Margarito escribe la receta de los tlacoyos de manera escueta, con faltas de ortografía pero de forma legible. A la par de las risas enlatadas suena el entrañable “Lás-ti-ma Mar-ga-ri-to”… No tenía que escribir la manera de preparar tlacoyos; sino sólo las palabras “la receta de los tlacoyos”
Seguro Margarito se quejaba con su abuela, lloraba con su madre y su esposa lo regañaba por ser tan torpe; ante lo cruel de una situación que pone un deseo enorme al alcance de un chasquido de dedos, pero tan mañoso como encontrarle los pies a un gato sentado. Esa era su gran tragedia y era cotidiana; si tuviera  redes sociales las utilizaría para descargar sus quejas vacías por tener aquello que piensa no merecer. Estaría indignado de saber que nos reímos de él y nuestra risa sería una amenaza contra su persona. Si Margarito luego del duelo comenzará a reírse de la “tragedia”, podría  despejar su mente, encontrar estrategias y métodos para comenzar a actuar sin la necesidad de esperar a ganar en un juego o a que un mesías lo rescate. No obstante, aquel pueblo que no sabe reírse de sus “tragedias”, o de lo que considera como tales, sólo pone en peligro su integridad a cambio de una utopía y de un proceso electoral tan real como un unicornio.
Igual que con Margarito tenemos un premio de consolación por nuestro voto: un personaje sufrido que da besos a los políticos, un grupo de estudiantes desorganizado demandando la “trasparencia de los medios”, el chiste de que aún entre la derrota (con un 2% de votos para ser presidente) se pueden superar hasta las “expectativas propias”, no tenemos señora presidenta y sí la paradoja de que en el festejo del PRI se escuchó al rey de la prole. Ganamos también un DF perredista y una avenida transitable; un recuento de votos, una “revolución pacífica” por twitter y facebook y, sobre todo, un pueblo triste que exigirá durante seis años vales de medicina para consumir sobredosis de Prozac. A Margarito le iba peor: que note como consuelo del consuelo pendejo.

Así, un pueblo con insuficiencia de sentido histórico, religioso hasta los huesos, dependiente de líderes, con un culto exacerbado a la queja por medio de redes sociales; carente de voluntad, que mide un proceso electoral en términos de éxito-fracaso, cuyos amplios sectores de la población (sólo el DF) se comporta como sanjudero que ha sido corrido de misa, despojado de su mona y por ello se regodea y llora entre su miseria; no puede más que darse cuenta de su carencia de consciencia, superar el duelo, reír y comenzar a actuar de manera organizada, teórica, efectiva, racional y con objetivos claros y precisos que actúen en el reflejo de la vida política y cotidiana del país.
El entretenimiento del proceso electoral fue desmoralizador y recordamos que ser Margarito lastima.
El eterno retorno a lo mismo del que habla Nietzsche en su Zaratustra, es la misma idea de La Pirinola: la repetición de la tragedia histórica y la repetición de la tragedia del otro que nos es  divertida y, lo seguirá siendo; el movimiento circular de la pirinola, el deja vu de fracaso de Margarito y la constante del anhelo de triunfo.  A pesar de que Margarito sea derrotado mil veces seguirá poniendo el mismo empeño y con el mismo entusiasmo se encomendará a superar toda sospecha en la siguiente elección.
Nada es tan preocupante y trágico cuando los objetivos personales están claros. Ningún partido, fraude o figura política debería ser motivo para estar decepcionado de nuestras acciones. Cada quién desde su cloaca hizo lo que tenía y quiso hacer. El trabajo, la lucha, el cambio, la revolución y todos esos epítetos, se consiguen con una acción constante y a largo plazo, en la práctica diaria de nuestras actitudes y, al menos en nuestro país, nunca será tan fácil cambiar nuestra situación con sólo salir a votar y ya. El cambio radical no está fuera de nosotros mismos. Esa es la voluntad de poder, y estar en el camino constante, rumbo a la ambición de un objetivo claro es el único éxito tangible; aunque como ésta vez, el golpe sea tan severo como el que se dio Ícaro al intentar llegar al sol…







Comentarios

  1. Excelente texto.
    Por cierto, en realidad no es Aristóteles sino Santo Tomás -y por supuesto también Nietzsche- quien opina que la democracia no es el mejor sistema de gobierno. Aristóteles propondrá tres tipos de gobierno adecuados según el tipo de sociedad: monarquía, aristocracia y democracia, y criticará sus correspondientes degeneraciones: tiranía, oligarquía y demagogia.
    Por cierto, tampoco para mí la democracia es el mejor gobierno. Bien dice Descartes que la verdad no es cuestión de mayorías y que, incluso, siendo algo tan preciado es sólo joya de pocos; y como dice Facundo Cabral: "los pendejos son peligrosos pues al ser mayoría hasta eligen al presidente".

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